“Soy de Rosario… Siempre iba al CNP a pasar unos días con amarra de cortesía, pero un año me quede más de un mes y medio… Y me gustó tanto el club que me hice socio y compré una amarra”, contó Malcolm Cribb.
“La idea original era pasar seis meses en Paraná y seis en Rosario… Las vueltas del destino se interpusieron con ese plan y desde el 2015 que no llevo al barco para allá. Lo que si hago son visitas esporádicas para comer un asado en los quinchos, disfrutar de la pile o de la playa con mi hijo de 4 años”, agregó.
“Siempre que llegó al club me acuerdo de la vez que lo conocí…. temporada 2005/2006 en una Regata Paraná-Rosario”, indicó y concluyó el nauta: “Estar amarrado en el Náutico es mi lugar en el mundo”.
Otra de esas tantas historias de pasión por nuestra segunda casa. Por este espacio tan preseado con el que contamos… por nuestro lugar en el mundo.