Hace algún tiempo, allá en la Escuela de Vela del CNP y contando apenas con unos pujantes y Magic 21 años, Unelenco le pidió al Comandante, autorización para salir con su hija Agostina la que, si bien no era una Naomi Campbell, le tiraba algo de Ondina.
Aunque el Comandante conocía a Unelenco y sabía de su fama de Don Juan y Bandido, retorciéndose el Moustache, aceptó que saliera con su hija.
Una noche de Garúa donde nada se veía y todo era apenas una Imagen Latente, en un viejo Antros de perdición, Unelenco vestido de Azurro y haciéndose el Audacce, aprovechó la Gran Jarana, armóse de valor con un Mojito y algún que otro Malbec, y con Baco hirviendo en su sangre, cual Halcón 3, hizo “Zoom” y se lanzó Salvaje como un perro Cimarrón, sobre la bella Agostina.
Entre Brindis y Brindis le contó bellas historias, mostrándose siempre como un Soñador y un Aventurero. Le habló de Jade y demás piedras preciosas, de las obras de Da Vinci, de sus viajes por Saigón, por Ojo de Águila y por Borinquen, la “tierra del altísimo”.
Contaba todo mostrándose siempre como un “As”, y haciendo Gala de sus atributos. Agostina había ido con su amiga Topaki, (Yunta Brava si las hay). Cada una se creía una Diva, pero en realidad eran un par de Brujas.
A pesar del Baruyo, Agostina siguió atentamente las palabras de Unelenco, y ante la propuesta de de ir a su departamento, haciéndose la difícil y tirándosela de viajera y poliglota, le dijo: Andiamo.
Unelenco estaba más que alegro 3, ya que por fin se le iba a dar. Estaba en la Gloria, hasta le había dado Taquicardia. Imagine lo que pasó después. Se sintió Unyko.
Después de tanto Mambo, tanto Vaiven y tanto Metti foglio, Unelenco quedó agotado. Inducido en sueños por Morfeo, se quedó dormido en un plácido Recalmón.
Cuando llegó el Madrugón y con el canto de unos Teros, gracias a un fresco Charlie´s Wind que le dio en la cara, se despertó. Vio a la bella Agostina dormida a su lado y recordó entonces lo que había pasado. Rápidamente se dio cuenta que había metido la Pata Negra.
Primero trataron de mantener todo Escondido y bajo el más estricto Secreto de Familia, pero al cabo de un tiempo, no le quedó otra que resignarse, poner la mejor cara de Pagliacci, y esperar a la Cigüeña. Calcularon las fechas y casi seguro que la criatura nacería bajo el signo de Sagittarius.
El Comandante al enterarse, Tramonto en cólera, se puso re Maluco, mientras que Unelenco, solo atinaba a hacerse el Inoccenti. Luego, ante el hecho consumado, a Unelenco no le quedó otra cosa, que aceptar lo que le deparaba el destino.
Al verlo tan desauciado y desanimado, su suegro, el Comandante, poniéndole una mano sobre el hombro para darle apoyo le dijo: “m´hijo, ahora no se me haga el Renegau ni se me deprima.
Es hora de darle pa´ delante, sacando esa Fortaleza que todos tenemos dentro. Esa que viene con nosotros desde el mismo Génesis”.
“Ya ve, nosotros no decidimos nada. Somos un simple Títere del destino”.
“Ahora es cuando hay que arremangarse y trabajar, y sepa también que a partir de ahora, se le terminó el Tiempo Libre”.
“Ahora es cuando hay que reemplazar la cumbia por el: a Ron Ron mi niño, a Ron Ron mi sol, a Ron Ron Pegasus de mi corazón”.
“Levante ese ánimo mi amigo, yo sé que usted puede. Enfrente al destino como dios manda. No se olvide que en la vida, así como pasa con el río, después de cada bajón, siempre se viene un buen Repunte”.
“Por eso, no se me achique mi amigo, y meta Repunte For Ever, carajo”.
Por el ingeniero Pedro Saralegui