El nauta del Club Náutico Paraná, Andrés Bourdín, compartió su experiencia de navegación en el cruce del océano Atlántico:
Este viaje empezó hace mucho tiempo. De padre nauta, navegué desde que nací en casi cualquier cosa que flote y sueño esto en particular creo desde los 14 años, cuando navegaba un Van De Stadt de 31 pies, el querido Rebusque. Hace unos tres años empecé, por puro placer nomas, a mirar barcos usados en los buscadores internacionales, sorprendiéndome por su bajo valor y equipamiento.
Empecé también a pasarles las mejores oportunidades a amigos, despertando su curiosidad y comentando el sueño de navegar en un barco propio. Adquirí experiencia en tener un barco compartido desde hace muchos años con varias embarcaciones. También navegando durante los últimos 15 años en travesías cortas y medianas por distintos mares y en distintos barcos alquilados en grupo en América y Europa y también en veleros de amigos, resaltando los 2 veleros de Titin Sonnalion que navegué mucho en España, Francia, Baleares, fuimos también a Marruecos y Canarias.
Fue muy importante tomar conciencia de lo corta que es la vida, del deterioro por los años: Ya no podía postergar más al proyecto de cruzar el Atlántico. Lo que era un sueño empezó a convertirse en un objetivo, en una realidad…
Es muy valioso también lo que se disfruta en los sueños la planificación, en los viajes de investigación, en el periplo para la adquisición de la embarcación y en motivar a los posibles participantes.
La felicidad es el camino y quien más que un velerista lo sabe: no estar apurado para llegar a ningún lado, sintiendo la naturaleza embriagarnos.
Aprender a resolver los múltiples y variados inconvenientes de la navegación, son la esencia. Navegar es básicamente solucionar problemas y aprender como todo en la vida más por los errores que por los aciertos. Nos mantiene activos, entretenidos, en buen estado físico y de peso también; aprendiendo todo el tiempo y con esa felicidad que brinda el final de cada día de lo que resolvimos, de la conquista de lugares y de disfrutar todo lo cambia todos los días: el agua, la tierra, el cielo, el clima, la comida, la pesca y las reservas que nos van quedando.
Un gran puntapié fue cuando en julio de 2023 me habló el Guille Popelka y me dijo: “Ese barco que me pasaste, el del alemán, cómpralo como sea, está muy bueno. Ahí dije: tengo un socio. Se desinflo un poquito cuando le dije que para realizarlo bien y tranquilos lo pasáramos para cruzar en noviembre de 2024 que era la época ideal.
Gran sorpresa para mí fue cuando Sergio Viñuales, con casi nula experiencia náutica, me expresó que quería sumarse a la experiencia con recursos y el tan preciado tiempo de dedicación.
Coincidiendo los 3 en unos pocos puntos básicos fuimos avanzando. La evolución que tuvo Sergio en su capacitación previa y durante el viaje fue sorprendente transformándose muy rápidamente en más que un socio, se hizo un gran nauta siendo una pieza clave y de aportes de criterio constantes.
En agosto 2023, viajamos con Adolfo (Papo) a Canarias, ver tema papeles para cruzar, astillero para reparaciones y charlas con gente del lugar que cruza el Atlántico. En marzo de 2024 compramos la embarcación después de ver cientos de barcos por la web y el elegido fue un Jeanneau de 45 pies del año 2000 con un Janmar de 75 HP. Enrollador de genoa y mayor, jarcia repasada 2023 ; un spinnaker, un muy buen foque . Tiene una heladera con un freezer nuevo amplio, un desalinizador nuevo, un plotter, AIS, balsa y gomón con un fuera de borda (es como adquirir una Camioneta Toyota 4×4 1998 ). Con muy buen mantenimiento. Los buenos barcos y oportunidades se venden rápido, eso habíamos percibido, así que cuando lo vimos dijimos: este va muy bien.
Nos entregaron el barco en el famoso puerto de Cartagena, España ; el 8 de setiembre de 2024 , arrancamos con Sergio y Candela Viñuales y rumbeamos a Baleares. Fue todo un periodo de conocerlo y navegarlo y se iban sumando amigos y familia.
Luego de vuelta al acercarnos a Marbella el 8 de octubre se sumó el Guille Popelka y Judhit Brucelario, y nos preparamos para salir con Sergio los 4 al Atlántico. En Gibraltar es muy complicado, con mucho viento afuera y teníamos lluvias y muchísimo tráfico de muchos barcos que entran y salen al Mediterráneo. Esperamos 4 días en Gibraltar por el mal tiempo del Atlántico.
En Estepona habíamos comprado una mayor de repuesto y capa nueva con mucha suerte de conseguirla. Es muy difícil conseguir todo en España, impensado eso para nosotros.
Salimos el 16 de setiembre con viento, lluvias, con nuestra valiosa mayor de capa y foque del Puerto de La Línea con 4 veleros más a nuestro alrededor ; en 45 minutos 2 pegaron la vuelta. A medianoche nos llegó una cola de tormenta que teníamos prevista, corrimos con rumbo norte, el anemómetro marcaba rachas de 35 nudos e íbamos a 12 y 13 nudos con nada de velas. Luego retomamos el rumbo sur barrenando a Lanzarote, achicando el agua que había entrado por uno de los inodoros en un descuido de una exclusa abierta. Canarias nos esperaba y llegamos en tiempo récord: 5,5 días el día 21 de set, que teníamos reservado para sacar el barco fuera del agua.
Sergio y Guillermo me pidieron utilizar al mínimo vital el motor (solo alguna carga de baterías y esporádica calma si era cero viento), lo que aumentó la sensación de vivir el espíritu de la navegación a vela: delfines y la pesca diaria aumentaron los placeres.
Ya en el astillero en Puerto Rubicom , Lanzarote , Canarias, que habíamos reservado antes de adquirir la embarcación ,tuve que volver a Paraná, mientras se completaron las mejoras del barco comandados por el Guille fundamentalmente colocarle paneles solares y se hicieron reparaciones importantes y quedó 10, se completó la tripulación para el cruce. A Sergio Viñuales y Guille, Popelka , se le sumaron Pedro Bourdín y Adolfo Papo Cislagui pilares para mí, con los cuales navego hace muchos años. Juan Viñuales que navegaba también y se capacito con mi hijo Pedro sumo también sus amplios conocimientos de pesca que deleitaron a muchos en nuestro Instagram del viaje: @entrerrianosenelmar. Completamos así el sexteto del cruce, que al trabajar en el astillero aumentaron el cariño con nuestro velero Nahual.
Arrancamos primero de Lanzarote el 9 de noviembre del 2024 a las 20 hs y tras unas 30 horas llegamos a Tenerife en una prueba mínima con el equipo completo y para que nos colocaran ahí otra antena mejor para el GPS. De ahí en menos de 24hs salimos a las Islas de Cabo Verde adonde llegamos luego de 9 días a Mindelo en Islas de Cabo Verde en el comienzo del gran sueño.
Tuvimos unas visitas de orcas que en el momento me quedé pasmado en cómo íbamos a hacer cuando nos empiece a entrar agua por el topetazo. Pasaron dos por debajo del barco. Fueron muchas las historias de barcos agredidos aparentemente para jugar.
Llegar a Mindelo, donde había 150 barcos que estaban como nosotros para cruzar, genera un ambiente muy pintoresco náutico. Lo africano afuera de la marina era otro mundo distinto a todo lo conocido.
Plenos de alegría, nos largamos de esas islas africanas el 12 de noviembre a mediodía, sabiendo que no se puede volver atrás. Los primeros días de poco viento y nula pesca nos dejó pensativos, calculando que no llegaríamos ni para fin de año y de que íbamos a tener que racionalizar las provisiones.
Fue así que prácticamente encalmados bajamos en dirección sur directa hasta que se estableció el viento y siempre íbamos haciendo una curva bien “panseada” hacia el sur. Navegamos 11 días a oreja de burro con tangón sin ningún tipo de embarcación a la vista. Arreando un poco algunas noches, porque siempre aumentaba el viento al atardecer, a veces tocando los 28 nudos de noche. Tocamos 15 nudos de velocidad barrenando en varias oportunidades. Estrellas, planetas, nubes que por momentos dejan todo negro adelante y con el rolido constante por la oreja de burro más el balanceo proa popa de las holas fue la constante 24/7 donde te acostumbras a estar siempre agarrado con las piernas como un catre.
Los turnos eran de dos personas, alternando de una persona para cruzarnos, y eran de dos horas de timón más dos de apoyo de noche y de tres más tres de día para que vayamos rotando las horas. Fue el muy buen sistema ideado por Sergio.”
Casi en el centro exacto del Atlántico, a mil millas náuticas de América, encontramos un 50 pies, creo aprox. del 2015, El Siracusa, flotando desarbolado, todo en el agua, sin barandas y el techo del copick aplastado, ploter prendido tirando cortes y sin gente. Eran las 13 horas, lo rodeamos gritando y luego de un complejo debate decidimos no abordarlo y seguimos viaje. Había dos metros de ola. Con Starlink averiguamos que fueron rescatados todos a salvo la noche anterior, que había soplado bastante. Eso y muchas cosas más como enterarnos por una nota que me envió Julián Rossi, siempre en contacto, decía que muy cerca de nosotros en regata- un tripulante de un catamarán de EEUU había caído al agua sin encontrarlo. Son las noticias que te dejan pensando y te hacen ampliar las medidas de seguridad.
El cuadro más importante que pinto el viaje fue que faltando dos días para llegar, estábamos un tanto tristes de que esta experiencia terminara. Un día antes de finalizar el cruce, la mayor se rifo a pesar de tener las crucetas con goma espuma de protección.
Llegamos a Barbados después de 16 días de cruce, a eso de las 3 de la mañana, con los tanques llenos de 600 lts agua dulce, usando una hora por día el desalinizador. Ocupamos 50 litros de gasoil de los 400 litros que habíamos llevado. Llegamos con una botella de vino, cuatro latas de cerveza, 3/4 botella de whisky un octavo de gin y 10 Kg de pescado; mas parvas de remedios , hilo para suturas , gasas , etc, que a pesar de habernos capacitados con el Dr Cesar Graf y el traumatólogo Juanchi Nanni , por suerte no usamos.
De islas de Barbados, previo mínimo paseo de reconocimiento, salimos a Martinica a mediodía con el objetivo de llegar de manera programada como soñamos, en el amanecer del 10 de diciembre de 2024, para disfrutar a pleno el ingreso a Puerto Le Marin. Nos recibieron más de 1000 veleros fondeados. Ahí quedaron Juan y Pedro a bordo y disolvimos el grupo de cruce. Completamos así unas 6.100 millas navegadas (unos 11.000 Km) desde que comenzamos a navegar el Nahual, hubo, por supuesto, alguna buena varada y distracciones que ocasionaron inconvenientes. La mejor solución: navegar siempre en equipo e ir todos atentos siempre acerca de dónde y cómo se está navegando.
El programa del Trio Propietario seguirá, si todo va bien, navegando alternativamente con distintos grupos de amigos nautas y familias por el Caribe, bajar para entrar en el Amazonas, bajar la costa de Brasil y llegar al Uruguay a fin de 2026 y vender ahí el barco.